[COLUMNA] Carolina Gutiérrez: La Chica del Tren. Decepciones y heridas abiertas.

Por Carolina Gutiérrez M. @carolinagutierr | Sabado, 19 de Noviembre de 2016
[COLUMNA] Carolina Gutiérrez: La Chica del Tren. Decepciones y heridas abiertas.

No voy hablar de si La chica del tren, la novela best seller de Paula Hawkins llevada al cine por el director Tate Taylor y protagonizada por Emily Blunt (en cartelera) es buena o mala. Mas bien quiero contarles las reflexiones que desde el punto de vista femenino se pueden obtener, sobre todo, en estos momentos en que la voz de las mujeres se hace escuchar con más fuerza. Una historia que desde la ficción del relato se puede volver muy real. Y cuando digo real me refiero a los hechos que pueden marcar nuestra vida y sobre todo nuestras relaciones de parejas las que en algunos casos terminan siendo nocivas y toxicas.

Aquí la protagonista (Rachel Watson) estuvo casada con un guapo y exitoso hombre que de pronto se transformó en su peor enemigo. La violencia, los tratos vejatorios, el desamor y la culpa por no lograr embarazarse (habiendo intentado todo) la llevan a refugiarse en el alcohol al mismo tiempo que la conduce por el oscuro pasillo de la locura. Divorciada, sola y sin trabajo pierde lo más preciado de la vida su dignidad.

Yo me pregunto: ¿Cómo se puede llegar ese extremo? ¿Por qué no somos capaces de pedir a gritos ayuda? ¿Será que lo hacemos demasiado despacio para ser escuchadas? Podrá ser tan brutal el dolor que llevamos a cuestas que somos capaces de continuar como si nada y dejarnos arrastrar al sin sentido. ¿Podemos lograr ser tan invisibles a los ojos de nuestros cercanos que nadie se dé cuenta a lo que un especialista calificaría de inmediato como depresión?

La tristeza provocada por las decepciones, las heridas abiertas o el mismo abuso puede llevarnos a tocar el fondo o, en el caso de la historia de Rachel, tapar la realidad conservando las apariencias. Ella opto por lo segundo, asumir el fracaso de su matrimonio como su culpa y buscar refugio un vaso de whisky y en la casa de una supuesta "mejor amiga" a la que tampoco confiesa que se ha quedado sin trabajo. Es así como cada mañana toma el tren rumbo a su inexistente trabajo al centro de la ciudad. Desde su asiento y en una de las paradas observa la casa donde vivió con su ex marido y donde él ahora disfruta de la felicidad del hijo que acaba de tener con su nueva mujer. También observa a una pareja que vive cerca de la estación y comienza a imaginar la vida de ellos a tal punto que se termina involucrando con uno de ellos.

Rachel esta tan vulnerable que desconfía de lo que ve y también de lo que le cuentan, esta mujer está deprimida, sufre desequilibrios emocionales, problemas existenciales, los mismos que muchas mujeres sufrimos luego de una ruptura. Romper con el hombre que se ama es pensar que nada será como lo soñamos, que las palabras de consuelo no sirven y que asumir lo que "te tocó" parece algo de lo más normal.

La chica del tren, más allá de estar basada en uno de los libros más leídos del año, nos debe dejar una luz prendida de alerta, para atender las señales de nuestros cercanos y las propias. Nadie se merece el abandono ante el dolor, nadie debe quedar a la deriva a su suerte. Hay que gritar cuando duele.

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