[COLUMNA] María José Figueroa: Tony Ninguno, el circo chileno y las mil y una noches

Por María José Figueroa | Sabado, 15 de Abril de 2017
[COLUMNA] María José Figueroa: Tony Ninguno, el circo chileno y las mil y una noches

Un circo chileno de pueblo es el escenario de Javiera, una joven trapecista que, debido a un accidente, comienza a contar al público los cuentos de "Las mil y una noches". Los cuentos llegaron a ella a través de un misterioso árabe, quien, además de vender los libros al dueño del circo, dejó abandonado a un niño: Tony Ninguno. Este es el argumento que usó Andrés Montero para hablar del tiempo, la verdad, la ilusión, las tradiciones orales y el crimen en su novela "Tony Ninguno" (La Pollera).

Esta novela corta transcurre en distintos niveles de profundidad e inocencia a medida que pasan sus tres capítulos y los protagonistas crecen. Javiera, con una voz ingenua y sobre explicativa, devela el abuso al que es sometida y lo enfrenta con rebeldía adolescente. Por otro lado, Tony Ninguno crece en el circo sin las capacidades para trabajar en él, de ahí su nombre.

Este es un libro ambicioso. La ilusión y la verdad se confunden en Javiera, pues cree que lo que pasa tras bambalinas y en el escenario son la realidad y que los espectadores viven en la ilusión. La oralidad de Javiera lleva al circo al éxito, con lleno total en todos los pueblos que visitan. Los cuentos y mitos alrededor de "Las mil y una noches" se hacen realidad, al mismo tiempo que la pobreza y la precariedad del Gran Circo Garmendia llevan a destinos terribles a sus trabajadores.

El crimen es determinante, vinculado a las tradiciones, el patriarcado y el machismo. Aunque hay algunas figuras femeninas fuertes, se las ve de lejos porque los hombres son los que definen gran parte de las acciones. El Gran Circo Garmendia nos enrostra los vicios de la sociedad chilena, donde las tradiciones son imperativos categóricos y la palabra del jefe hombre, así como sus acciones, son escuchadas, seguidas y respetadas a pesar de todo.

Andrés Montero demuestra su conocimiento en estructura narrativa: sabe revelar información en el momento preciso, dar forma, aumentar o bajar la intensidad. Él mismo es cuenta cuentos de la compañía La Matrioska, así que sabe de oralidad. Sin embargo, Tony Ninguno cuenta con un relato en primera persona que a veces resulta un poco tedioso y monótono. Por eso mismo no profundiza en los temas que toca, los personajes que la rodean son arquetípicos pero superficiales, algunos casi anecdóticos. El mismo Tony Ninguno tiene una historia personal breve y poco convincente.

El autor es joven y recién comienza su carrera. Montero ha escrito dos libros de cuentos y fue finalista del concurso de la revista Paula, por lo que estoy segura que seguiremos leyéndolo más adelante. Eso espero, aunque Tony Ninguno no haya sido mi favorito, Montero tiene la capacidad para sorprendernos más adelante.

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