[COLUMNA] Carolina Gutiérrez: Festival nuestro cada febrero

Por Carolina Gutiérrez M. @carolinagutierr | Sabado, 25 de Febrero de 2017
[COLUMNA] Carolina Gutiérrez: Festival nuestro cada febrero

Me encanta el Festival de Viña. Todo lo que ocurre cuando llega esa semana de febrero que lo anuncia como imperdible del verano. Me gusta lo que genera, lo que deja. Mirar desde la tribuna en el anfiteatro o desde la comodidad de mi cama como muchos artistas cumplen el sueño de recibir el aplauso del público o la desdicha del desprecio. También al fan que con cintillo colorido y pancarta, por fin puede corear las canciones de su ídolo en vivo y en directo. En seis días la ciudad jardín monta una fiesta para todos, si para todos.

Desde que tengo recuerdos, el certamen viñamarino ha sido el panorama del verano en la tele de mi casa, ahí podíamos ver las actuaciones del Puma, Roberto Carlos, Julio IglesiasPerales o los triunfos de Fernando Ubiergo y Alberto Plaza ... por nombrar algunos dentro de un listado incalculable de nombres.

El festival tiene 58 años atesorando las historias de antorchas de papel, de gaviotas o de gente llevando sus mantas para acomodarse cerro arriba para disfrutar de ese espectáculo bajo la hermosa concha acústica que hace más de una década fue reemplazada por un moderno anfiteatro que hoy es observado por del mundo y por donde desfilan artistas que buscan consagración y otros popularidad es este lado del continente.

Aunque el show puede transformarse en una verdadera tortura si tu artista está al final de la parrilla o tener que soportar el forzado beso entre los animadores, el festival tiene ese encanto que no tiene ningún otro espectáculo realizado y transmitido en nuestro país. Posee un atractivo que mezcla la adrenalina de cada noche y la transforma en una fiesta, donde se regalan sorpresas y premios con forma de gaviota. Antes ese si era uno de los momentos que más vértigo, tensión y morbo causaban más aún si el artista no lograba llevarse ni uno. Humillación y muerte que encontraba la contra parte en el festejo de que si lograba alzar sus manos al cielo con el famoso y preciado galvano.

Hace exactamente 30 años, en febrero de 1987, Soda Stereo la banda liderada por Gustavo Cerati debutaba frente al mítico, y hoy inexistente monstruo, en el mejor momento de su carrera. Yo tenía 17 años y también debutaba en el escenario de la quinta. Esa noche subí de gala a ese lugar imponente, para ayudar con la entrega de las antorchas y gaviotas. Un momento que recuerdo como único, irrepetible. Estaba vestida con un atuendo amarillo (nada más alejado de mi estilo), pero ahí en bambalinas, miraba de reojo como ese mar de gente coreaba incluida yo, "Nada Personal" o "Signos" un momento que recuerdo como haber estado en otra dimensión con la música de mi banda favorita de fondo.

Con la ilusión de ser yo la afortunada que le entregaría un premio. Mi desilusión llego al comprobar que no fui la afortunada de cargar en mis manos la merecida antorcha, que el público exigía y que la alcaldesa aprobaba. Ese mismo público seguía pidiendo más..." antorcha de oro... de oro... de oro..." estaba lista para que ahora sí me tocara a mí... Pero la transmisión de TVN (el canal oficial) se terminó y Antonio Vodanovic (el animador de entonces) argumentó que cuando se termina de transmitir el show se acaba todo, los músicos se pueden quedar en el show, pero más premios, para qué. Debí haber peleado para que se la dieran. Se la merecían y el monstruo no paraba de gritarla.

Una anécdota que atesoro y me hace pensar en lo orgullosos que deberíamos sentirnos de contar con un espectáculo como el Festival de Viña del Mar. Una fiesta popular, de música y humor que se ve por la tele y en la Quinta Vergara y que debería estar en la lista de nuestros patrimonios culturales.

Larga vida al Festival Internacional de la canción de Viña del Mar.

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