[COLUMNA] Mariana Martínez: Capacidad olfativa gracias al 2% de nuestro ADN

Por Mariana Martínez @MyMentrecopas | Viernes, 16 de Septiembre de 2016
[COLUMNA] Mariana Martínez: Capacidad olfativa gracias al 2% de nuestro ADN

Los ojos me pican y ando siempre con sueño, todo es por culpa de la primavera. El polen está en el aire, revoleteando igual que las hormonas. Me gusta que en esta época a mis amigas solteras les vuelvan las ganas de enamorarse y de salir; me gusta que las terrazas se llenen de gente y que al caminar por la calle de los rincones más inesperados aparezcan y desaparezcan fragancias dulces, unas más unas menos empalagosas que otras. Me pongo a perseguirlas, buscar de dónde vienen, encontrar su flor. Tal vez fui abeja en otra vida pienso mientras los persigo, y me acuerdo que la ONG Plan Bee está comenzando una nueva campaña para que sembremos plantas con flores y quiero una plantita con flores  para mi balcón aunque no tengo nunca sol. Sentir aromas agradables y escondidos, suaves, me encanta, siempre tengo hierbas aromáticas durante el verano en casa en alguna maceta pequeña.

Una vez hice un curso con un perfumista, y dijo algo que me amé escuchar. Que no nacemos con olfato perfecto, como los músicos que nacen con oídos perfectos, pero sí somos capaces de desarrollarlo con entrenamiento. También explicó que los ciegos no huelan más que quienes no lo somos, pero que sí sienten más a través del tacto, y que pueden ser entrenados más rápido que los demás en el arte del olfatear.

Entonces, una buena noticia, el olfato se entrena, y por eso mismo estoy convencida que las mujeres lo tenemos más desarrollado por naturaleza; desde chiquititas. Solo hay un pero en este entrenamiento del olfato, y que debería ser intensivo mientras hacemos compras en la feria, o turisteamos en los mercados más increíbles del mundo, y es que al desarrollar el olfato se comienza a identificar más fácil lo rico pero también lo malo. Que lo digan las que son madres.

Recuerdo mis primeros vinos catados, no sentía realmente nada más que olor a vino, luego un día sentí una nota clavo de olor en un syrah, producto de su guarda en madera, y sentí que levitaba de la emoción. Entonces ya había comprado todas las especias que había encontrado y me había puesto a olerlas una a una, con la tarea de recordar cuál era cual.

Días atrás, en un la 4ta Jornada de Reflexión  del Vino, un reconocido académico comentó que ya se ha identificado que tanto como un 2% de los cromosomas humanos están relacionados con la capacidad de oler.

Si eres de las que creen que los expertos en vinos inventamos aromas donde no los hay, te invito a vivir esta nueva primavera como una abeja. Busca aromas a frutas cítricas como limones, pomelo y ají verde en los vinos de la cepas sauvignon blanc; durazno y papayas y mango en los chardonnay; rosas en los gewürztraminer y peras de agua en los riesling. Que los vinos huelan a frutas tiene sentido si recordamos que las uvas con que se hacen son frutas; frutas con los mismos compuestos aromáticos derivados de la clorofila que todas las demás. La pregunta que sigue de cajón es por qué las frutas y sus flores no huelen igual entre sí. Qué importancia tiene para la vida del planeta que así sea. Estoy segura que ese 2% de nuestro ADN es parte de la respuesta.

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