[COLUMNA] Karen Uribarri: Autoexploración profunda, en busca del placer propio

Por Karen Uribarri @KarenUribarri | Miércoles, 26 de Abril de 2017
[COLUMNA] Karen Uribarri: Autoexploración profunda, en busca del placer propio

Recibí una carta hace unos días, de una mujer que no ha logrado tener su primera vez por miedo a lo que va a sentir. María, como la llamaré en esta columna, tampoco ha experimentado la masturbación y sólo reconoce que él la ha tocado sobre el calzón. Con esta poquita experiencia, me pregunta cómo ir más allá sin sentir dolor ni miedo.

Lo primero, para un buen encuentro, es conocernos nosotras mismas. Y aquí entra en juego la exploración. Para ello, busca el momento de soledad que tengas y ayúdate con un espejo. Cierra la puerta y observa.

Si abres las piernas verás la vulva. Mal llamada vagina, porque lo cierto es que la vagina es lo que está por ese agujero que ves ahí. Tu vulva está compuesta por labios menores, labios mayores, uretra y clítoris.

El monte de Venus es donde se aloja el vello y desde allí nacen los labios exteriores o mayores, que se extienden hasta la zona anal. Estos labios son protectores y transmiten sensaciones eróticas al tocarlos y rozarlos. Asimismo, en el momento de la excitación, cambian de tamaño, hinchándose, y tomando un color más oscuro.

Escondidos tras los labios mayores encontrarás los labios menores, hiper sensibles al tacto y altamente excitables. Y en su convergencia superior se encuentra el centro del placer femenino: el clítoris. Además de rodear la entrada de la vagina, otra zona muy sensible al tacto.

El clítoris está recubierto de un capuchón que puede ser estimulado. Hay tantas formas de clítoris como tipos de mujeres, así que no te compares. También debes saber que, dependiendo de la etapa del mes, a veces lo encontrarás más visible y otras más escondido. Su sensibilidad también varía.

Ahora quiero que vayas más allá, a una autoexploración profunda.

Debes saber que el canal vaginal varía en longitud y que es una zona húmeda, cálida, de tejido flexible y capaces de dilatarse para dar espacio a la entrada de uno o varios dedos y de juguetes sexuales.

Al explorar con la mirada a través de los espejos y acompañar el recorrido con los dedos, podrás comprobar cuáles son tus zonas más sensibles y qué es lo que te gusta más, porque en algunas querrás una presión más intensa y en otras bastará el roce de los dedos. Date la oportunidad de explorar bien, sin apuro y, si necesitas, pues incluir un poco de lubricante para que los dedos corran con mayor suavidad.

Introduce un dedo, muy de a poquito, y dilata la entrada de la vagina. Prueba distintos movimientos y ritmos. Para luego introducir un segundo dedo. Ve cómo te vas sintiendo y si quieres introducir más. También puedes ayudarte con algún dildo. Lo importante es que te sientas cómoda y logres descubrir qué es lo que te da placer.

Puedes detenerte y seguir en otra oportunidad. La exploración es sólo eso, conocerse. No tiene por qué terminar en un orgasmo. Pero te ayudará a que el encuentro con tu pareja sea en un escenario que entiendes y al que sabes que atenerte y a quien podrás orientar. Así podrás ir sacando el temor al dolor o la incomodidad de tu cabeza. Suerte.

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