[COLUMNA] Karen Uribarri: Fetichismo y todas esas dudas

Por Karen Uribarri @KarenUribarri | Miércoles, 20 de Septiembre de 2017
[COLUMNA] Karen Uribarri: Fetichismo y todas esas dudas

Fenómeno sexual que interesó al mundo como tal desde el siglo XIX, se define como una alucinación por algo, ya sea unos pies hermosos o unas largas piernas. Quienes lo padecen, se obsesionan por alguna parte del cuerpo femenino, como los labios, las manos, las uñas e incluso el cabello, y pueden llegar a presentar devoción por estas partes, quitándole atención al resto y volviéndose un tanto insistente.

El fetichismo no es una conducta moderna. Muy por el contrario, es un fenómeno del que se comenzó a hablar desde el siglo XIX y bajo el cual se gestaron un sinnúmero de teorías sicoanalistas. Sin embargo, un estudioso de la sexualidad logró darle forma al tema apoyado en la biología sexual.

Aquí, Hirschfeld, aseguró en 1920 que cuando existe un contacto con una persona, existe un hechizo sexual o atracción parcial. Es decir, que cada persona se fija en señas particulares de la otra, marcando preferencias en nuestras vidas (morenos, rubios, ojos azules, gordos, etcétera). Ahora bien, en ese marco, Hirschfeld señalaba que existían fetichistas sanos y otros patológicos, y que la primera dejaría de ser sana cuando la atracción por una determinada cosa fuera tan extrema e independiente de la otra persona, que ésta ya no tuviera importancia.

Con el tiempo, el fetichismo fue llevado a la psicología y la sexología para distinguir un tipo de parafilia referida a la desorientación de los deseos y las fantasías sexuales hacia objetos. Es decir, el fetichista es alguien que enfoca su sexualidad en objetos más que en una pareja.

Luego de muchos estudios, se concluyó que el fetichismo es una parafilia masculina, que muy raramente se da en mujeres, y que se refiere necesidades sexuales con objetos. En cuanto a los fetiches más preferidos por el sexo masculino, se encuentran el vestuario femenino, las prendas íntimas (especialmente si son muy pequeñas) y los populares zapatos taco de aguja.

El problema es que ellos excluyen a la persona en sus fantasías o necesidades y se ven forzadamente a reunir muchos fetiches de su gusto para sentirse complacidos, aunque deban pasar por sobre la autorización o consentimiento de la dueña de tales objetos.

Ahora bien, cuando su obsesión está relacionada a partes del cuerpo de una mujer, como sus pies, por ejemplo, este hombre se extasía cuando los tiene frente a él, besándolos, acariciándolos, oliéndolos, dándoles suaves masajes, hasta más no poder. Aunque le parezca extraño a quien esté cerca de un fetiche, ellos no se reconocen como anormales, por lo que no acuden por ayuda la mayoría de las veces.

Independiente de la razón que los lleva a convertirse en fetichistas, estos hombres llegan a enfermarse siéndolo. Al nivel que no obtienen satisfacción sexual si no es a través del contacto con su fetiche, por lo que se habla de una desviación sexual. Y es tan así, que el fetichista es incapaz de tolerar la persona en su totalidad, por lo que la desgrana, la divide, la deshumaniza, toma una parte de ella y la convierte en objeto de culto erótico, hasta transformarse en el único elemento capaz de conseguirle un orgasmo.

Asimismo, el fetichista obtiene un control completo sobre su fetiche (pies, pelo, piernas, manos, etcétera) y no se ve obligado a enfrentarse a una persona de verdad, evitando así el sufrimiento por frustraciones. Tal vez ese mismo sentimiento es el que los lleva al fetichismo actual.

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