[COLUMNA] Andrea Larrabe: Deja de dar explicaciones por tu vida

Por Andrea Larrabe @andrealarrabe | Jueves, 22 de Junio de 2017
[COLUMNA] Andrea Larrabe: Deja de dar explicaciones por tu vida

Cuando decidí renunciar al trabajo que tenía, no lo hice porque no me gustara mi carrera, el Periodismo. Lo hice, porque quería volver a conectarme contigo misma, a hallar otras formas de cómo trabajar y conocer cuáles eran mis límites. El problema es que mi trabajo no era una pesadilla; todo lo contrario. Se trataba de un trabajo grandioso, de esos que todos creen querer tener.

Y por esa misma razón, me pillé siempre dando explicaciones de por qué había decidido dejarlo. Ya tenía un discurso memorizado en mi cabeza. La gente no tenía ni que preguntarme por qué (a pesar de que muchos lo hicieron. Algunos con sorpresa, otros con curiosidad y unos varios completamente escandalizados), y yo ya me había lanzado a narrar mi discurso completo. "Quiero volver a conectarme conmigo misma, buscar otra forma de trabajar, otra cosas en las que explorar mi creatividad, blah, blah, blah". No sé si les ha pasado, pero cada vez que me veo tomando una decisión "difícil" (es decir, poco convencional) siento que inmediatamente tengo que conocer la explicación que voy a dar por ella.

Y tampoco creo que se limite a lo extraordinario. A veces nos encontramos dando explicaciones de por qué cambiamos de doctor, por qué no queremos mudarnos de departamento o por qué vacacionamos siempre en el mismo lugar. En muchas ocasiones ni siquiera tienen que preguntarnos un "por qué", para que nos lancemos a dar una gran y compleja explicación de por qué hacemos/no hacemos algo, decimos/no decimos algo o pensamos/no pensamos algo. Tememos a lo que otros puedan pensar de nosotros sobre algo en específico, entonces nos escudamos antes de que sean capaces de cambiar su opinión de que somos maravillosas y lo hacemos todo bien. Creemos que si damos una explicación lo suficientemente buena podemos incidir en lo que esa persona piensa de nosotros.

Cuando estuve en Quito en el curso que seguí, me pasó lo mismo. Estaba lista para contarles a mis compañeros y a la profesora mi historia de vida, para que pudieran entender por qué había dejado mi trabajo y por qué ahora me hallaba entre ellos. Pero cuando les conté, nadie me preguntó nada. Nadie me miró con desaprobación o sorpresa, nadie indagó más de lo debido, nadie me hizo sentir incómoda sobre mi decisión. Y sentí un alivio inmenso.

¿Por qué sentimos esa necesidad de dar explicaciones sobre nuestra vida? Creo que en gran medida se da porque somos parte de una cultura en la que la gente se cree con el derecho de opinar sobre ella. Cuántas veces me han aconsejado o dado una opinión libremente sobre algo en mi vida, más allá de las buenas intenciones, cuando no me interesa escucharlo. Mi vida es privada y la vivo como quiera.

No estoy diciendo que nunca más escuchemos consejos, pero a mí me ha servido muchísimo ir aprendiendo poco a poco a cuándo las palabras de otros importan, y cuándo no. Y la mayoría de las veces no importan. No importan siempre y cuando te sientas a gusto contigo misma y tu vida. Creo que lo más importante es trabajar en eso: qué debo hacer para quererme más y vivir una vida que me haga feliz. No importa lo que piense el resto. No le debemos explicaciones a nadie.

Bueno, la verdad es que le debemos a una sola persona. A nosotras mismas.

Etiquetas :