[Columna] #MuyPersonal Maca Carrasco: Cómo las series cambiaron a mi familia

Por Macarena Carrasco @maca_carrasco | Jueves, 24 de Noviembre de 2016
[Columna] #MuyPersonal Maca Carrasco: Cómo las series cambiaron a mi familia

Soy adicta a las series, lo reconozco. Aunque a medida que incursioné en el mundo laboral -y otras obligaciones y prioridades comenzaron a consumir mi tiempo- la frecuencia fue disminuyendo cada vez más; hoy las series de tv se han vuelto en algo a lo que intento dedicarle tiempo en mi semana siendo las culpables, quizás, de muchas horas de sueño menos (que lamento la mañana siguiente).

Y es que lo queramos o no, la aparición de plataformas virtuales que nos trasladaron desde el televisor a la comodidad del notebook o tablet, se convirtió en una bendición para las fanáticas del género. Todo un mundo ahí mismo, al alcance de tu mano, a un pequeño costo en tu tarjeta de crédito, donde hay películas que no nos cansamos de ver y series de moda sin comerciales a toda hora. ¡Casi un sueño!

Pero la verdad, siendo bien sincera y con el riesgo de caer en lo cursi, para mí las series en la actualidad se han transformado en algo que va mucho más allá de la entretención. En mi caso, no solo paso un muy buen tiempo conmigo misma devorando capítulo tras capítulo, sino que también se han transformado en una buena razón para reafirmar los lazos con mi familia. Especialmente con mi mamá.

Hoy leí un estudio realizado por Netflix que afirmaba que de una muestra de 10.143 mujeres de distintos lugares del mundo, y con edades entre los 18 y 65 años, un 62% de duplas de madres-hijas afirmaban que ver un programa de televisiones juntas ayudaba a fortalecer su relación. De ellas, un 59% agregaba que las conversaciones después de cada episodio eran la mejor parte de compartir un programa de televisión. Y me pareció que tenía mucho sentido.

En mi caso, el "régimen" que instauré en mi casa el día que decidí pagar una suscripción y le creé a cada uno de los integrantes de mi familia su perfil, fue una de las mejores decisiones que pude tomar.

Con hermanos adolescentes, y padres que superan los 50, las barreras tecnológicas comenzaron a ser un punto de conflicto muchas veces con estos progenitores no nativos digitales que no entendían cómo podíamos pasar un día completo poniendo play frente a una pantalla, en vez de frente a un libro. Especialmente mi mamá, que como buena académica y ratona de biblioteca, se opuso de sobremanera a esta "nueva forma de perder el tiempo".

Pero de a poco, todos se fueron rindiendo ante el encanto de las series. Mi madre, curiosa al descubrirme llorando un día viendo Downton Abbey, decidió comenzar a verla. No había pasado ni un solo mes cuando ya me había alcanzado, e incluso superado. Luego éramos las 2 las que llorábamos juntas los fines de semana capítulo tras capítulo.

Luego siguieron las películas. Si antes le gritábamos al unísono "¡Abre la puerta!" al personaje de Meryl Steep en Los Puentes de Madison cada vez que la pillábamos  en la televisión, o reíamos con los chascarros de Bridget Jones, el ocio de los domingos se transformó en cumplir la meta de ver cada una de las películas y series que integraran la sección: Comedia Romántica, nuestra favorita. Y pucha que lo agradecí. Más aún en un mundo donde madre e hija muchas veces podemos tener desencuentros por venir de épocas muy distintas, y alejarnos por diferentes razones, era esa plataforma la que nos volvía a unir como si no hubiera diferencias entre nosotras. Solo bajo la premisa de que ambas adoramos a Hugh Grant, nos rendimos ante las series de época o con mujeres como protagonistas, y que el regreso de Gilmore Girls es lo mejor que nos podría haber pasado.

De a poco se sumó a nuestro team mi hermana chica, mi hermano y mi papá, quienes "cayeron" con series como Breaking Bad, Game of Thrones o Narcos, y de a poco nuestro almuerzo de los domingos se transformó en una crítica especializada de capítulos, sobre cómo debería reaccionar cada personaje o recomendaciones de series que finalmente terminamos viendo en masa. Los notebooks para uno, se convirtieron en pantalla para 5, y para qué contarles la emoción de comprar un cable HDMI o la necesidad auto creada de tener un Smart TV.

Sé que muchas veces nuestra sociedad pide a gritos salir de las pantallas a la vida real. No estoy en desacuerdo, pero tampoco lo comparto al 100%. Hay tiempo para todo y para todos en la medida que uno quiera, se lo permita y sepa controlarlo.

A mí, las series me ayudaron a volver a conectarme con mi familia de diferentes formas y en nuevos espacios que antes se limitaban a compartir con los amigos o el pololo. Además de compartir sobre nuestro día a día, ahora contamos con nuevos temas de conversación, de debate y de enseñanza, donde el antiguo rol de mi mamá enseñándome a conectar el internet con el cable del teléfono por 10 minutos cambió por mi rol de hija ayudándole a encontrar la mejor red de wifi o la serie que le recomendó su amiga en el buscador ¡Y me encanta!

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