#AhoraSoyMamá: Reflexiones sobre el primer año de maternidad

Por Gabriela Ulloa U. @ahora.soy.mama | Jueves, 12 de Octubre de 2017
#AhoraSoyMamá: Reflexiones sobre el primer año de maternidad

Ser mamá me cambió la vida. Me entregó vida. Durante mi primer año de madre aprendí muchísimas cosas, entre ellas a conocerme a mí misma. A darme cuenta de lo que era capaz. A disfrutar de un amor profundo, desbordado, sin límites ni condiciones. Es cierto que muchas veces me sentí sobrepasada, agotada, estresada y confundida ¡Y cómo no! Si ser mamá no es una tarea fácil.

Exceso de sueño y falta de descanso. Despertares constantes para alimentar al crio, mudarlo y arrullarlo. Días eternos que no terminan nunca en el que con suerte puedes ir al baño o "engullir" algo que encontraste en la cocina. Llantos de un bebé desconsolado que no calma con nada. Luchas desesperadas por lograr que pruebe un bocado. Idas y venidas al doctor por enfermedades varias. Falta de vida social y a veces, mucha soledad. Si, vivimos eso y mucho más. Nadie puede negarlo y posiblemente, solo nosotras (las que somos madres) logramos entendernos, contenernos y abrazarnos. Pero ser mamás es mucho más que eso. Es disfrutar un mundo nuevo. Es conocer el amor real y la felicidad en las cosas simples. Es entregarse por completo sin importar lo que recibas a cambio. Y ojo, que lo que recibes ¡es maravilloso!

Ser mamás no nos hace víctimas del género, de la sociedad o nuestra condición. No debe hacernos amargadas, estresadas o mujeres sin otro tema de conversación. Ser mamá no debe hacernos "mujeres hormonales" llenas de problemas que claman por un minuto de paz. Es cierto, a veces necesitamos dar un grito de auxilio, un llamado de atención para volver al equilibrio. Para no sentirnos solas. Pero no olvidemos que somos mujeres tan imperfectas como poderosas. Y somos felices. Y estoy segura que ninguna mamá quisiera retroceder el tiempo a antes de ser madre. Por muy difícil que sea el momento que sea que esté pasando.

Mi primer año de mamá fue un renacer para mi alma. Como toda primeriza sentí pánico muchas veces, pero esos momentos jamás han superado la alegría de tener a mi hijo a mi lado. Su vida le dio vida a mis días. Su sonrisa hace estallar mi corazón. Sus abrazos intensos me enamoran. Su sola existencia me hace querer ser mejor día a día. Para él, para el mundo. Para mí. Y es que ser madres nos hace ser perfectas en nuestro estilo e imperfectas a la vez. Ser mamá es un crecimiento constante y un desafío diario. Una lección de vida. Una alegría desbordada y una enciclopedia para el alma. Una razón más para ser feliz. Ser mamá nos otorga una paciencia inimaginable, perseverancia y madurez. Perspectiva. Realidad.

Es triste ver cómo hay mujeres que deciden no ser madres no por convicciones personales (que las respeto profundamente), sino que por situaciones ajenas que las atemorizan y las hacen postergar una y otra vez la decisión. Quizás muchas veces sin querer hacerlo las que somos mamás tenemos un poco de culpa. Sin darnos cuenta, en nuestra búsqueda desesperada por liberar de algún modo todos nuestros temores, angustias y malos ratos, nos dedicamos a literalmente escupir todo aquello que nos perturba. A buscar un poco de compasión. A desclasificar el "lado oscuro de la maternidad". Porque insisto, somos imperfectas. Pero, ¿dónde dejamos lo maravilloso de esta realidad? ¿Será que no la exponemos del mismo modo o será que como humanos siempre tendemos a guardar más lo negativo que lo positivo?

Sea como sea, la invitación es a disfrutar. A sentirse libres, mamíferas y mágicas. Por supuesto, permitámonos de vez en cuando gritar sin culpas y llorar sin razón. Sentirse ahogadas y agobiadas, pero volvamos a nuestro centro. No hagamos de la maternidad una aventura cuesta arriba porque no es necesario. Hagámonos –y hagámosle- a las demás el camino más fácil. Seamos comunidad. Tribu. Aprendamos y enseñemos, pero por sobre todo respetemos. Sintámonos orgullosas de lo que somos y el trabajo que hacemos criando a nuestros hijos. Aceptemos que no somos perfectas, ni mejores que el resto, pero sí que somos especiales ¡Somos realmente admirables!

Etiquetas :