Granja de girasoles cierra al público por exceso de 'selfies'
Aunque pueda parecer mentira, no lo es. La mayor plantación de girasoles que está en Ontario, Canadá, tuvo que cerrar sus puertas al público luego de que se generar un 'boom' de visitantes buscando la selfie perfecta para sus redes sociales.
Se trata de la granja Bogle Seeds, hasta donde llegaron unos 7 mil autos desatando un caos que tuvo que ser controlado por la policía de la ciudad, ya que el espacio de 'parking' era solo para 300 autos. Todo por una foto con los girasoles.
Los dueños se vieron obligados a lidiar con el alud de Instagramers que invadió sus tierras hasta el punto de hacerlo incluso peligroso.
La familia Bogle lleva más de seis décadas trabajando en dicha granja, uno de los campos más grandes de esta flor en Canadá. Viendo una oportunidad de negocio, decidieron abrir las puertas al público para ganar un poco de dinero extra. Sin embargo, la idea duró menos de lo que creyeron, esto luego de que "todo Toronto se presentase aquí", reveló Barry Bogle al Globe and Mail.
Los Bogle incluso habían contratado a ocho trabajadores más para manetener todo bajo control, pero las cosas se les fueron de las manos y las redes sociales demostraron su alto poder. A partir de las 10 de la mañana el campo comenzó a colpasar y la fila de autos estacionados a las afueras alcanzaba kilómetros. Barry lo describió a los medios como un apocalipsis zombie.
Si bien los trabajadores intentaron contener la horda de visitantes, cientos de personas se "colaron" sin pagar y dejaron basura en la granja. Por lo que no les quedó otra opción que volver a su privacidad y cerrar las puertas a visitantes.
Esta es una noticia que no debería impactar en la era de los 'Likes', sobre todo si hablamos de los Millennials, sin embargo, es preocupante. Y esto tiene directa relación con un estudio británico realizado el año pasado que asegura que el 40% de los encuestados de entre 18 y 33 años eligen el destino de sus viajes o vacaciones según cómo quedarán las fotos en redes sociales.
La familia Bogle ya no recibe público, pero todavía escuchan gritos en la puerta de personas pidiendo sacarse fotos.