¿Qué perfil cultivará Melania Trump como Primera Dama?

Por Javi Pacull @javipacull | Martes, 15 de Noviembre de 2016
¿Qué perfil cultivará Melania Trump como Primera Dama?

Ser Primera Dama de cualquier país no es tarea fácil. Si a eso se suma serlo para la nación con más exposición mundial, el desafío puede ser mucho mayor. Por lo mismo, el perfil que cultivará Melania Trump desde el próximo 20 de enero, cuando su marido llegue a la Casa Blanca, genera mucha intriga.

Asociar la figura de Melania a alguna de las emblemáticas primeras damas de la historia de Estados Unidos resulta difícil. Nacida en Eslovenia, la mujer de Donald Trump empezó su carrera como modelo a los 15 años. Luego de trabajar en Milán y París como maniquí y de intentar un paso frustrado por la carrera universitaria de diseño y arquitectura, aterrizó en Nueva York, donde siguió explotando el modelaje. Sin estudios formales, el mayor valor intelectual que tiene a su haber es el dominio de cinco idiomas (esloveno, inglés, francés, serbio y alemán), lo que podría resultar una gran herramienta comunicacional dependiendo del sello que quiera darle a su nuevo rol político y social.

Si nos dejamos llevar por la imagen que mostró durante la campaña presidencial  y por ciertas declaraciones que ha dado, todo indica que en su papel como Primera Dama explotará su lado de madre y esposa. "Mi preocupación principal es que cuando Donald regrese a casa, encuentre un clima de paz y tranquilidad para que pueda recuperarse y continuar esta tremenda maratón", fueron parte de los dichos de Melania Trump para la revista Yo Dona, en una de las pocas entrevistas que dio durante la campaña.

Siguiendo este hilo, lo más lógico es que busque relacionarse a un perfil más parecido al de Jacqueline Kennedy, hipótesis que los expertos avalan. "Será una primera dama en el modelo de Jackie Kennedy: con ganas de permanecer en la esfera privada lo más posible y de ser reconocida como una glamorosa anfitriona. Una esposa adoradora y soporte de su marido. Un bálsamo para el temperamento de Donald Trump, que trate de suavizar su imagen y humanizarlo para el público", mencionó Jean  W. Harris, estudiosa del papel de las Primeras Damas en la Universidad de Scranton en Pennsylvania.

Sin embargo, la figura de la eslovena dista bastante de la de Jackie. Durante los tres años en  que fue primera dama, la mujer de John F. Kennedy destacó por su elegancia y por su discreción, sin dejar de ser considerada una persona culta. Lamentablemente, más allá de los esfuerzos de Melania por no hablar de más y ser lo más comedida posible, los escándalos en los que estuvo envuelta durante la campaña -como el plagio al discurso de Michelle Obama o la filtración de fotografías desnuda-, no contribuyeron mucho a la construcción de este perfil asociado a Jackie Onassis.

Otros entendidos expertos en la materia postulan que, al no tener el glamour espectacular de la mujer de Kennedy, el lugar de Melania Trump como Primera Dama se ubicará en un rango intermedio entre Michelle Obama y Jackie, donde su juventud jugará un papel relevante. "Ella tiene un encanto juvenil remozado que le ayudará a posicionarse. Tiene la ventaja que le ha tocado circular en una elite más relacionada al glamour que a la de perfil culto que exhibió Jackie Kennedy, pero tiene algo de ese desenfado. Puede intentar ser la cara amable del gobierno de Trump”, asegura el periodista Libardo Buitrago.

La mayor carta que puede usar Melania Trump para posicionarse como Primera Dama, es mostrarse transparentemente y como una persona sin ninguna aspiración política. Algo muy diferente a la imagen que han mostrado las esposas de Bill Clinton y Barack Obama.

"Por razones legales estadounidenses, Melania no va para tener ninguna figuración política relevante de aquí en más. Le va a corresponder dedicarse a la crianza de su hijo y a las actividades de su esposo. Va a cautivar a un estadounidense menor de 45 años, al que ella puede llegar, sobre todo tomando en cuenta que no va a ser candidata a nada. En estos tiempos, eso contribuye mucho”, afirma el analista internacional.

Por el momento, solo sabemos lo que nos indican los hechos. Melania no es tan glamorosa como Jackie, no es tan estudiosa como Hilary, ni  tampoco tan empoderada como Michelle. Más bien se mantiene al costado, como una acompañante más de Donald Trump, pero muy lejos de ser esa esposa que levanta los brazos en actitud vencedora cuando su marido asume la presidencia. Sabemos que cambió los pronunciados escotes que usaba hace un par de años por diseños chic y discretos, como el traje Ralph Lauren del discurso del triunfo, o el negro con el que fue recibida por los Obama en la Casa Blanca. Todo esto sirve para hacerse una idea del posible perfil que cultivará. Para saber si tenemos razón o nos sorprenderá, no queda más que esperar y seguir sus pasos ante su nuevo rol en la sociedad estadounidense.

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